Análisis del pacto de Omar

Mucho se ha dicho sobre el Pacto de Omar,^[2] y mucho de ello claramente es positivo. Sus admiradores no-musulmanes comparan con elogios su contenido con el tratamiento de las minorías religiosas en la Europa medieval, sin tener en cuenta su influencia y comformidad con las fuentes escriturales islámicas que aún rigen el tratamiento de las minorías religiosas en el actual Medio Oriente.

Este artículo analiza los derechos y limitaciones impuestas a los cristianos, con el fin de ver cuán realmente libres eran los no-musulmanes bajo los Bien Guiados califas islámicos.

A primera vista, puede parecer que este pacto fue redactado por los propios cristianos. Sin embargo, los términos fueron dictados a ellos por Umar. Este es un procedimiento estándar para cualquier acuerdo que hoy en día firmamos, ya sea un recibo para una entrega de comestibles o las escrituras de nuestros hogares. Esto, junto con el verdadero propósito de algunas de sus demandas, se confirman por Ibn Kathir en su tafsir ampliamente aceptado.

"Allah dijo, (hasta que ellos paguen la Jizyah), si ellos no eligen abrazar el Islam, (con voluntad y sumisión), en derrota y sometimiento, (y se sientan subyugados.), desgraciados, humillados y despreciados. Por lo tanto, los musulmanes no pueden honrar a la gente de Dhimmah o elevarlos por encima de los musulmanes, puesto que son miserables, desgraciados y humillados. Muslim registró de Abu Hurayrah que el Profeta dijo, (No iniciéis el Salam a los Judíos y a los Cristianos, y si os encontráis con ellos en un camino, forzadles a ir a la parte más estrecha.) es por esto que el Líder de los Fieles, Umar bin Al-Khattab, que Allah esté complacido con él, exigió que sus bien conocidas condiciones sean aplicadas a los cristianos; estas condiciones que garantizaban su continua humillación, degradación y desgracia."^[3]

Así que nos encontramos con que, no sólo muchas de las demandas en el pacto, sino también la Jizyah (impuesto aplicado contra los no musulmanes), que los cristianos tenían que pagar, estaban destinados principalmente para degradarlos.

Llegamos a nuestra primera serie de prohibiciones: no más nuevos monasterios, no más nuevas iglesias, y no más nuevos santuarios. Esta prohibición todavía existe en diversas formas en muchos países islámicos.^[4][5][6] Nos podemos imaginar el alboroto y condenación pública si algo similar tuviera lugar en el occidente.^[7] Algunos pueden pensar que los sirios se habrían complacido con Umar quien les permitió mantener sus puestos existentes de culto, y eso nos lleva a la próxima prohibición.

Así que no hay nuevas iglesias para los Sirios, y las que ya existían, tuvieron que verlas decaer lentamente hasta que se derrumbaran en ruinas. Para una comunidad, no debe haber algo más humillante para un cristiano, judío, hindú o budista que tener que ver su lugar sagrado desmoronarse. Sin lugar a dudas, Omar imaginó las propias comunidades (como los Judios de Oriente Medio hoy)^[8] también podrían finalmente marchitarse y morir.

Esta prohibición parece suficientemente justa, a pesar de que los invasores musulmanes parecieran haber proyectado su propia imagen en otros. Las mezquitas han sido notorias por ser cunas de sentimientos anti-Semitas, anti-cristianos, anti-mujeres, y anti-gays.^[9][10][11] Frecuentemente cuando los musulmanes hacen desmanes y atacan a no-musulmanes, resultan ser posteriores a las oraciones de los viernes,^{[12][13][14][15][16][17][18][19][20]} lo que no debe ser una sorpresa, considerando que durante el tiempo de Mahoma, la llamada a la oración también solía ser un llamada a la guerra.^[21]

Meterse a la fuerza en las propiedades de otros, especialmente en santuarios religiosos es un acto extremadamente insultante. Pero siempre y cuando no se haga como lo hacen los Palestinos musulmanes (como orinarse en los rollos de la Torá^[22] o usar Biblias como papel de sanitario),^[23][24] puede ser tolerable.

El abuso de los bienes de los no-musulmanes va desde lo tolerable a lo humillante. No sólo se permitían a los Musulmanes ir y venir como se les plazca, los Cristianos también estaban forzados a esperarles y servirles como reyes.

Nuevamente, esta imposición es esperable de un ejército invasor.